sábado, 4 de enero de 2014

TEMPUS



Existen, por lo menos, tres tipos de tiempo y vitalidad. Existe el tiempo de los dioses, la eternidad en la que nada ocurre, todo está ya fijo, nada desaparece.

Existe el tiempo de los hombres, que es un tiempo lineal, pues corre siempre en el mismo sentido: se nace, se crece, se llega a adulto, se envejece y se muere. Todos los seres vivos están sometidos a él.

Y existe, finalmente, un tercer tiempo que es circular o tiene forma de zigzag, un tiempo en el que hace pensar en el hígado de Prometeo.

Prometeo es encadenado a una columna, a media altura de una montaña, entre el cielo y la tierra, por Zeus y sirve de alimento a su pájaro, el águila portadora de su rayo, mensajera de su poder invencible. Todos los días, el águila de Zeus devora por completo el hígado de Prometeo, sin dejar nada. Durante la noche, el hígado se recupera totalmente. Día tras día el águila se nutre de la carne de Prometeo, y noche tras noche se recompone; así seguirán hasta el momento en que Heracles libere a Prometeo con el consentimiento de Zeus.

Este tiempo prometeico es parecido a los movimientos de los astros semejante, por ejemplo, al de la luna, que crece y perece para renacer a continuación, de manera indefinida. No es la eternidad de los dioses, ni tampoco el tiempo terrestre, el tiempo mortal, que siempre avanza en el mismo sentido. Es un tiempo del que los filósofos podrán decir que es la imagen móvil de la eternidad inmóvil.





JEAN-PIERRE VERNANT, nace el 4 de enero de 1914 en Francia.

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