jueves, 6 de marzo de 2014

GABO




Se sentía bien. Diciembre había marchitado la flora de sus vísceras. Sufrió una contrariedad esa mañana tratando de ponerse los zapatos nuevos. Pero después de intentarlo varias veces comprendió que era un esfuerzo inútil y se puso los botines de charol. Su esposa advirtió el cambio.
         —Si no te pones los nuevos no acabarás de amansarlos nunca —dijo.
         —Son zapatos de paralítico —protestó el coronel—. El calzado debían venderlo con un mes de uso.
         Salió a la calle estimulado por el presentimiento de que esa tarde llegaría la carta. Como aún no era la hora de las lanchas esperó a don Sabas en su oficina. Pero le confirmaron que no llegaría sino el lunes. No se desesperó a pesar de que no había previsto ese contratiempo. “Tarde o temprano tiene que venir”, se dijo, y se dirigió al puerto, en un instante prodigioso, hecho de una claridad todavía sin usar.
         —Todo el año debía ser diciembre —murmuró, sentado en el almacén del sirio Moisés—. Se siente uno como si fuera de vidrio.
         El sirio Moisés debió hacer un esfuerzo para traducir la idea a su árabe casi olvidado. Era un oriental plácido forrado hasta el cráneo en una piel lisa y estirada, con densos movimientos de ahogado. Parecía efectivamente salvado de las aguas.
         —Así era antes —dijo—. Si ahora fuera lo mismo yo tendría ochocientos noventa y siete años. ¿Y tú?
         “Setenta y cinco” , dijo el coronel, persiguiendo con la mirada al administrador de correos.


GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ,  nació el 6 de marzo de 1927, en Colombia.

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