jueves, 12 de junio de 2014

ANNE FRANK



Miércoles, 13 de enero de 1943

Querida Kitty:

Me han estado fastidiando toda la mañana y no he podido hacer nada a derechas.

En la ciudad reina el terror. Los transportes de proscritos siguen sin cesar, día y noche. Se van con su pequeño lío a la espalda y un poco de dinero en el bolsillo, pero por el camino los despojan aun de estos últimos bienes. Las familias son dispersadas, agrupando por separado hombres, mujeres y niños.

Al volver de la escuela, los niños no encuentran a sus padres. Al volver del mercado, las mujeres se encuentran selladas las puertas de su casa y sus familias desaparecidas. Los cristianos holandeses se ven igualmente afectados, pues sus hijos son trasladados a la fuerza a Alemania. Todo el mundo tiene miedo.

Centenares de aviones vuelan sobre Holanda, en ruta hacia Alemania para bombardear y destruir sus ciudades. En Rusia y en África del Norte, mueren centenares de hombres cada hora que pasa. Nadie puede considerarse al abrigo de la guerra, pues ésta abarca al mundo entero, y si bien los Aliados van ganando terreno, no se vislumbra todavía el fin.

Nosotros estamos bien, mucho mejor, claro está, que millones de otros seres: estamos aún en seguridad y vivimos de nuestro dinero. La verdad es que somos unos egoístas. Nos permitimos hablar de la posguerra gozándonos en la perspectiva de vestidos nuevos, zapatos, etc; cuando deberíamos ahorrar hasta el último céntimo para poder ayudar a las gentes que después de la guerra habrán quedado sumidas en la miseria o, por lo menos, salvar lo que se pueda.

Vemos a niños circular por la calle con una blusa de verano y zuecos, sin abrigo ni medias ni boinas, y nadie los ayuda. No tienen nada en el estómago y abandonan sus heladas casas, mordisqueando una zanahoria, para salir a la helada calle dirigiéndose a una clase más glacial todavía. Son numerosos los pequeños que detienen a los transeúntes pidiendo un pedazo de pan. Holanda ha llegado a esto.

Podría pasar muchas horas hablándote de la miseria que ha traído la guerra, pero esto me descorazona cada vez más. No podemos hacer más que resistir esperando al fin de tanta desventura. Esperan los judíos y los cristianos, espera el mundo entero y muchos esperan la muerte.

Tuya,
          ANNE,



ANNE FRANK, nació el 12 de junio de 1929, en Frankfurt del Main (Alemania)

2 comentarios:

  1. Qué angustia me dio este libro, madre mía... Un besote.

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    1. Hola Álter:
      En efecto, hay pasajes del libro que te producen un desasosiego en el cuerpo estremecedor. Más sabiendo que lo que relata Ana, no es ficción.
      La guerra, siempre las guerras, nos han quitado sin duda alguna, a una gran escritora.

      Un besote.

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