Recuerda que estés donde estés, allí también se encuentra
Dios. No tienes que hacer nada, sólo ofrecer cada momento a Dios. Él se
encargará de que tengas ropa y alimentos, Él se encargará de cuidar de ti.
Cuando entregas tu vida por completo a Dios, todo el poder de la Providencia
cuida de ti. Ya no te perteneces a ti mismo, sino sólo a Dios; la fuerza del
amor cuidará de ti. Recuerda que sólo tienes que escuchar su voz, que Él te
hará llegar. Entonces quédate a solas y escucha, no hables de lo que te dice.
Pero obedece siempre. Obedece incluso cuando te parezca que no tiene sentido.
- ¿Y cómo distinguiré la voluntad de Dios de mis propios deseos?
Hay cuatro maneras:
· En primer lugar, la voluntad de Dios es inexorable, no
puede cambiar, no podemos hacer nada para evitarla.
· En segundo lugar, es constante, firme, fuerte.
· En tercer lugar, conocerás la voluntad de Dios por el
efecto que obra en tu cuerpo. Sentirás un hormigueo o una sensación física, una
potente carga que va más allá de tus deseos normales.
· Y por último, por difícil que sea de seguir, conocerás
la voluntad de Dios por la alegría. La voluntad de Dios te dará una alegría
inmensa.
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