Aprendí a considerar mi condición más por su aspecto
positivo que por el negativo, pensando en las cosas de que disfrutaba y pasando
por alto aquellas de las que carecía; esto me dio tales consuelos íntimos que
no puedo describirlos, y de lo cual doy aquí noticias para advertir a aquellos
descontentos que no son capaces de disfrutar con tranquilidad de lo que Dios
les ha dado porque ansían y codician algo que Él no les ha concedido. Todo
nuestro descontento por lo que nos falta me parecía originarse en nuestra falta
de gratitud por lo que tenemos.
Los hombres se lamentarían en muy pocas ocasiones, fueran
cuales fueran las circunstancias de su vida, si compararan su situación con
otras peores, a fin de sentirse agradecidos, en vez de compararla siempre con
otras que son mejores para poder así murmurar y quejarse.
Muchas veces en el transcurso de nuestras vidas el mal
que más temor nos inspira y que tratamos de evitar por todos los medios, se
convierte con frecuencia en la puerta de nuestra salvación y lo único que puede
ayudarnos a salir de la desgracia en que nos hallamos.