Para él, el gran interrogante no había sido nunca la forma del universo,
sino los sutiles enigmas de su funcionamiento parcial. ¿Cómo habían operado las
leyes para que la velocidad de la luz fuese esa y no otra, para acumular en el
átomo tanta reserva de energía, o para diseñar el protón? Para que el universo
fuera habitable, para que existiera en forma estructurada, hacía falta una
serie de coincidencias de increíbles proporciones.
Recordó la vieja analogía del mono y la máquina de escribir:
¿Cuánto tardaría el chimpancé, por puro accidente en escribir una copia
exacta de la Biblia?
Las posibilidades del simio eran considerablemente superiores a las que
tenía este universo de haber sucedido por puro accidente.
JACK McDEVITT, nace el 14 de
abril de 1935, en Filadelfia (EE.UU)
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