En
lo más profundo, todos sabemos que hay alguien que estamos destinados a ser. Y
podemos sentir cuando nos vamos convirtiendo en ese alguien. Lo contrario
también es verdad: sabemos cuando algo no encaja y no somos la persona que
estábamos destinados a ser. Consciente o no, todos buscamos respuestas,
intentando aprender las lecciones de la vida.
Andamos a tientas por
miedo y culpa. Vamos en busca de sentido, amor y poder. Tratamos de comprender
el miedo, la pérdida, el tiempo. Tratamos de descubrir quienes somos y como
podemos llegar a ser realmente.
Sin embargo, con
demasiada frecuencia los buscamos en el dinero, en la condición social, en el
trabajo “perfecto”, o en otros lugares, sólo para descubrir que estas cosas
carecen del sentido que esperábamos encontrar y que incluso nos producen
angustia.
Seguir estas pistas
falsas sin una comprensión más profunda de su significado nos deja
inevitablemente con una sensación de vacío, creyendo que la vida tiene muy poco
o ningún sentido, que el amor y la felicidad son tan sólo espejismos.
De modo que ¿Por qué
esperar hasta el final para aprender las lecciones que podríamos aprender
ahora?. La lección del miedo,
de la culpa, de la ira, del perdón, de la entrega, del tiempo, de la paciencia,
del amor, de las relaciones, del juego, de la pérdida del poder, de la
autenticidad y de la felicidad.
Nos han puesto en la
Tierra para aprender nuestras propias lecciones. Nadie puede decirnos cuales
son; descubrirlas forma parte de nuestro viaje personal.
Aprenderemos que no
estamos solos, sino mutuamente conectados, que el amor nos hace crecer, que
nuestras relaciones nos enriquecen.
El amor es realmente lo
único que podemos poseer, conservar y llevarnos con nosotros.
Buenas! Cuánto tiempo amigo! Ya tardabas en dedicarle un post a la gran Elisabeth :)
ResponderEliminarCuando acabe el libro que tengo en la mesilla, empezaré "Una vida plena".
Un abrazo!
¿Qué tal mi idolatrada Patri?
EliminarNi te cuento del tiempo que estaba hecha esta entrada, pero no podía adelantarme a la fecha de nacimiento de la escritora.
En cuanto al libro, te puedo decir que fue una delicía de lectura, pero... (siempre tiene que haber un pero) no supera, al que un buen día alguien de cuyo nombre siempre me acuerdo, me aconsejó que leyera, La rueda de la vida. Este es para mí, el mejor libro de Elisabeth y tal vez, sin exageración alguna, uno de los mejores que han pasado por mis manos.
Un fuerte abrazo, Patri.