—Vete a tu habitación —dijo Padre en voz baja, y Bruno
comprendió que lo decía en serio, así que se levantó, con los ojos anegados en
lágrimas, y se dirigió hacia la puerta, pero antes de abrirla se dio la vuelta
para hacer una última pregunta.
—Padre... —empezó.
—Bruno, no pienso seguir con... —repuso él con
fastidio.
—No; es otra
cosa —se apresuró a aclarar Bruno—. Quiero hacerte una última pregunta.
Padre suspiró e hizo un gesto animándolo a formular la
pregunta, al mismo tiempo que le advertía que se trataba de la última y que
luego el tema quedaría zanjado. Bruno se concentró, pues quería formularla bien
para que no pareciera maleducada ni despectiva.
—¿Quiénes son
todas esas personas que hay ahí fuera? —preguntó al fin.
Padre ladeó la cabeza, un poco desconcertado.
—Soldados, Bruno —respondió—. Y secretarias.
Empleados. No es la primera vez que los ves.
—No, no me refiero a ellos, sino a las personas que
veo desde mi ventana. En las cabañas, a lo lejos. Todos visten igual.
—Ah, ésos —dijo Padre, asintiendo con la cabeza y
esbozando una sonrisa—. Esas personas... bueno, es que no son personas, Bruno.
El niño frunció el entrecejo.
—¿Ah, no? —dijo, sin entender.
—Al menos no son lo que nosotros entendemos por
personas —explicó Padre—. Pero no debes preocuparte. No tienen nada que ver
contigo. No tienes absolutamente nada en común con ellos. Instálate en tu nueva
casa y pórtate bien, eso es lo único que te pido. Acepta la situación en que te
encuentras y todo resultará mucho más fácil.
—Sí, Padre —asintió Bruno, insatisfecho con la respuesta.
Abrió la puerta y entonces Padre lo llamó. Se levantó
y enarcó una ceja, como si su hijo hubiera olvidado algo. Bruno lo recordó en
cuanto él hizo el saludo. Lo imitó a la perfección: juntó los pies y levantó un
brazo antes de entrechocar los talones y articular con voz fuerte y clara —lo
más parecida a la de Padre— las palabras con que siempre se despedían los
soldados:
—Heil, Hitlerl—Lo
cual, suponía él, significaba algo como «Hasta luego, que tengas un buen día».
Hoy 9 de
mayo:
Qué casualidad que me esté leyendo ahora mismo este libro. Bueno, ya me lo había leído en castellano, pero ahora lo estoy leyendo en el idioma de "Chéspir".
ResponderEliminarDuro y tierno al mismo tiempo. Duro por lo que se relata, y tierno por la inocencia de los niños.
Un beso!!
Es uno de los pocos libros cuya versión cinematográfica he visto y no me ha defraudado. Será por el magnífico papel que hace el protagonista.
EliminarComo bien dices es duro lo que se relata y a la vez muy tierno por esa bendita inocencia de ver las cosas con ojos de niño.
Estoy de acuerdo con algún comentario sobre el libro que aconseja empezar esta novela sin saber de que se trata, por eso dejaremos en el aire el argumento del libro.
Feliz lectura.
One kiss!!!