Chloe había empezado a llamarle K la primera vez que
consintió en darle un beso de amor, y a Karel le había emocionado ese aparente
homenaje que lo remitía a uno de sus compatriotas más famosos. Tuvieron que
pasar muchas semanas hasta descubrir que K no significaba para Chloe un
recuerdo a Kafka, sino a un betún de zapatos de dudoso parecido con su nombre de
pila. Pero para entonces el amor había crecido hasta hacerse adulto. Se habían
conocido meses antes, y rápidamente superaron las primeras entregas, las
divinas exploraciones sobre el cuerpo del otro, todo ello sin que sus bocas se
juntaran jamás; porque en Occidente, se admiraba Karel, uno puede abrazar
muchos cuerpos, lamerlos y besarlos o follarlos por distintos orificios, sin que
ni una sola vez se plantee la posibilidad de un beso en la boca.
- No, hermano, no. No es que aquí las cosas sean
diferentes que en tu país –le explicó un día un joven borracho filosófico en un
bar, en una de esas confesiones muy íntimas que los hombres hacen sólo a las
personas que no conocen de nada-. Lo que pasa es que las tías jóvenes, las
yogurcitas, que así las llaman, ¿te enteras?, se han vuelto cantidad de raras.
Sexo conseguirás todo el que quieras, pero para que acepten darte un beso de
tornillo, casi tienes que pasar por la vicaría. Majaras perdidas, te lo digo
yo. Para mí que se rayaron todas en masa al ver esa chorrada en Prety woman; ahora resulta que un
chumendo en la boca significa “te quiero para siempre jamás, amén”, hay que
joderse.
Tal vez por eso para cuando Chloe la había dicho “Bésame,
K”, ella y su novio ya habían puesto en práctica el Kama-sutra completo.
CARMEN POSADAS,
nace el 13 de agosto de 1953, en Montevideo (URUGUAY)
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