La mujer que iba a su lado era
una de la que se llaman galantes, famosa por su abultamiento prematuro, que le
valió el sobrenombre de Bola de sebo;
de menos que mediana estatura, mantecosa, con las manos abotagadas y los dedos
estrangulados en las falanges -como rosarios de salchichas gordas y enanas-,
con una piel suave y lustrosa, con un pecho enorme, rebosante, de tal modo
complacía su frescura, que muchos la deseaban porque les parecía su carne
apetitosa. Su rostro era como una manzanita colorada, como un capullo de
amapola en el momento de reventar; eran sus ojos negros, magníficos, velados
por grandes pestañas, y su boca provocativa, pequeña, húmeda, palpitante de
besos, con unos dientecitos apretados, resplandecientes de blancura.
Poseía también -a juicio de
algunos- ciertas cualidades muy estimadas.
En cuanto la reconocieron las
señoras que iban en la diligencia, comenzaron a murmurar; y las frases "vergüenza
pública”, “mujer prostituida”, fueron pronunciadas con tal descaro, que la
hicieron levantar la cabeza. Fijó en sus compañeros de viaje una mirada, tan
provocadora y arrogante, que impuso de pronto silencio; y todos bajaron la vista
excepto Loiseau, en cuyos ojos asomaba más deseo reprimido que disgusto
exaltado.
Pronto la conversación se rehízo entre
las tres damas, cuya recíproca simpatía se aumentaba por instantes con la
presencia de la moza, convirtiéndose casi en intimidad. Se creían obligadas a estrecharse,
a protegerse, a reunir su honradez de mujeres legales contra la vendedora de
amor, contra la desvergonzada que ofrecía sus atractivos a cambio de algún
dinero; porque el amor legal acostumbra ponerse muy fosco y malhumorado en presencia
de un semejante libre.
GUY DE MAUPASSANT, nació el 5 de agosto de 1850, en Francia
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