Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si
bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no lo podemos
encender solos, necesitamos, oxígeno y la ayuda de una vela. El oxígeno tiene
que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser
cualquier tipo de alimento; música, caricias, palabras o sonidos que haga
disparar el detonador y así encender una de los cerillas. Por un momento nos
sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro
interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el
tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene
que descubrir cuales son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión
que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía al alma.
En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo
cuales son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca
podremos encender un solo fósforo.
Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina
errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar
alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme,
lleno e frío, es el único que podría dárselo.
Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo
las cerillas una a una. Porque si por una emoción muy fuerte, se llegan a
encender todas de un solo golpe, producen un resplandor tan fuerte que ilumina
más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos
aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al
momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino.
El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte…
LAURA ESQUIVEL,
nace el 30 de septiembre de 1950, en México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario