- Digan
lo que digan unos y otros, sólo ha habido un gran descubrimiento en los últimos
diez años, un descubrimiento que ha empezado a cambiar radicalmente el futuro
de la vida de los ciudadanos. Es tan importante que no deberías olvidarlo
nunca, a pesar que la mayoría de la gente si niega a asimilarlo. Y es
comprensible, porque supone aceptar una visión del mundo completamente diversa de la que hemos
tenido hasta ahora.
-
Venga, déjate de preámbulos y dime de que se trata… -apremió Alicia, que lo
miraba con una mezcla de admiración y una especie de hastío afectuosos ante
aquella tendencia suya de alargar los preludios de sus sinfonías científicas.
- A lo
largo de los siglos, no nos hemos dado cuenta que estábamos marginando las
emociones; creíamos, y estábamos convencidos, que la existencia era el
subproducto de una dualidad permanente entre la mente y el cuerpo. Y ahora
resulta que la realidad es bien diferente: descubrimos que existen torrentes de
neuronas que resiguen las vías de comunicación entre ciertas áreas de la
corteza prefrontal y el órgano por excelencia de las emociones, la amígdala.
Que todo está mezclado. La supuesta razón que emana de la corteza prefrontal se
funde con la emoción surgida y controlada por la amígdala.
- Me
estás sugiriendo, si no voy errada, que es difícil separar o distinguir el
cerebro emocional del cerebro pensante y racional; jamás lo habíamos visto de
esta manera…
- Ahora
nos percatamos que las emociones y los procesos puramente cognitivos son inseparables,
hasta el punto que nos permiten navegar por el mundo desconocido de las
relaciones sociales, el trabajo y nuestro estado emocional. La realidad es que
somos más listos, tenemos más capacidad de concentración, somos capaces de
integrar más información cuando nos adentramos en otros universos y los
llenamos de energía gracias a una emoción… Te lo repito: e-moción, de
movimiento –concluyó Luis.
-
Tendríamos que imprimir miles i miles de hojas para anunciar que no hay
fronteras entre la emoción y el resto de procesos mentales, e ir corriendo a
esparcir estas hojas desde los edificios más altos para que todo el mundo lo
supiera.
EDUARD PUNSET, nace el 9 de noviembre de 1936, en
Barcelona.
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