En
1939, la Unión Soviética ocupó los Estados Bálticos de Lituania, Letonia y
Estonia. Poco después, el Kremlin estableció listas de personas consideradas
antisoviéticas que debían ser asesinadas, encarceladas o deportadas como
esclavas a Siberia. Médicos, abogados, profesores, militares, escritores,
empresarios, músicos, artistas e incluso bibliotecarios fueron todos
considerados antisoviéticos y se añadieron a esa lista creciente que establecía
las víctimas de una exterminación en masa programada. Las primeras
deportaciones se llevaron a cabo el 14 de junio de 1941.
Se
calcula que Josef Stalin asesinó a más de veinte millones de personas durante
su reinado del terror. Los estados bálticos perdieron más de un tercio de su
población durante el exterminio soviético. Las deportaciones llegaron hasta
Finlandia. Los que sobrevivieron pasaron entre diez y quince años en Siberia.
Cuando regresaron a sus casas, a mediados de la década de 1950, los lituanos se
encontraron con que los soviéticos habían ocupado sus casas, estaban
disfrutando de todas sus pertenencias e incluso habían adoptado sus nombres y
apellidos. Lo perdieron todo. A los deportados que regresaron se los trató como
a criminales. Se les obligó a vivir en áreas restringidas, bajo la vigilancia
constante del KGB, antes llamado NKVD. Si hablaban de su experiencia, eran
castigados con la cárcel o deportados de nuevo a Siberia. De resultas de ello,
tuvieron que callar los horrores que habían vivido, y esa experiencia se
convirtió en un horrible secreto compartido por millones de personas.
Para
recopilar información para este libro, viajé dos veces a Lituania. Me
entrevisté con miembros de la familia de mi padre, con supervivientes de las
deportaciones y de los gulags; con psicólogos, historiadores y funcionarios del
estado. Muchos de los hechos y de las situaciones que describo en la novela
fueron experiencias que estas personas me contaron, experiencias que, según me
dijeron, compartieron también muchos otros deportados en toda Siberia. Los
personajes de Entre tonos de gris
pertenecen a la ficción, todos salvo el doctor Samodurov. Llegó al Ártico justo
a tiempo de salvar muchas vidas.
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