La compañera de Cayé, que desprovista ya de su lujoso
atavío se ganaba la vida lavando la ropa a los peones, cambió un día de
domicilio. Cayé la esperó dos noches, y a la tercera fue al rancho de su
reemplazante, donde propinó una soberbia paliza a la muchacha. Los dos mensú
quedaron solos charlando, de resultas de lo cual convinieron en vivir juntos, a
cuyo efecto el seductor se instaló con la pareja. Esto era económico y bastante
juicioso. Pero como el mensú parecía gustar realmente de la dama –cosa rara en
el gremio- Cayé ofreciósela en venta por un revólver con balas, que él mismo
sacaría del almacén. No obstante esa sencillez, el trato estuvo a punto de
romperse porque a última hora Cayé pidió que se agregara un metro de tabaco de
cuerda, lo que pareció excesivo al mensú. Concluyóse por fin el mercado, y
mientras el fresco matrimonio se instalaba en su rancho, Cayé cargaba
concienzudamente su 44 para dirigirse a concluir la tarde lluviosa tomando mate
con los suyos.
Hoy 25 de noviembre:
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
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