Tom vaciló. Más valía que se mostrara franco con Philip; aquel hombre no
soportaba las evasivas.
- Sí, padre. Querría que me designarais maestro constructor –repuso con
toda la calma que le fue posible.
- ¿Por qué?
Tom no esperaba aquella pregunta. Tenía tantos motivos…Porque he visto que
se hacen muy mal y yo puedo hacerla bien, se dijo. Porque no hay nada tan
satisfactorio para un maestro artesano como ejercitar su habilidad, salvo tal
vez hacer el amor a una mujer hermosa. Porque algo como esto da sentido a la
vida de un hombre. ¿Qué respuesta querría Philip? Sin duda al prior le gustaría
que diese una respuesta propia de un hombre, pero él decidió, con audacia,
decir la verdad.
- Porque será hermosa.
Philip le miró de manera extraña. Tom no podría decir si estaba enfadado o
qué.
- Porque será hermosa –repitió el prior. Tom empezó a pensar que aquella
era una razón tonta, y resolvió agregar algo más, pero no se le ocurrió nada. Entonces
se dio cuenta de que Philip no se mostraba en absoluto escéptico, sino que
estaba conmovido. Aquellas palabras le habían llegado al corazón. Finalmente,
Philip hizo un gesto de asentimiento, como si lo aceptara después de alguna
reflexión-. Sí. ¿Y qué otra cosa puede ser mejor que hacer algo hermoso para
Dios? –añadió.
Tom permaneció callado. El prior todavía no había dicho: “Sí, serás maestro
constructor.” Tom esperaba.
Philip pareció llegar a una decisión.
- Dentro de tres días voy a ir a Winchester con el obispo Waleran a ver el
rey –dijo-. No conozco exactamente los planes del obispo, pero estoy seguro de
que pediremos al rey Stephen que nos ayude a pagar una nueva iglesia catedral
para Kingsbride.
- Esperemos que os conceda vuestro deseo –dijo Tom.
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