Un día –ya
había transcurrido un mes desde la metamorfosis, y no tenía por lo tanto la
hermana ningún motivo especial para sorprenderse del aspecto de Gregorio- entró
algo más temprano que de costumbre y se encontró a éste mirando inmóvil por la
ventana, pero ya dispuesto a asustarse. Nada le hubiera extrañado a Gregorio
que su hermana no entrase, pues él, en la actitud en que estaba, le impedía
abrir inmediatamente la ventana. Pero so sólo no entró, sino que retrocedió y
cerró la puerta; un extraño hubiera creído que Gregorio la acechaba para
morderla. Claro es que Gregorio se escondió al punto debajo del sofá, pero hubo
de esperar hasta el mediodía antes de ver tornar a su hermana, más intranquila
que e costumbre. Ello le dio a entender que su vista seguía siéndole
insoportable a la hermana, que lo seguiría siendo y que ésta había de hacer un
gran esfuerzo de voluntad para no salir también corriendo al divisar la pequeña
parte del cuerpo que sobresalía por debajo del sofá. Y, a fin de ahorrarle
incluso esto, transportó un día sobre sus espaldas –trabajo para el cual
precisó cuatro horas- una sábana hasta el sofá, y la dispuso de modo que le tapara
por completo y que ya la hermana no pudiese verle, por mucho que se agachase.
De no
haberle parecido a ella conveniente este arreglo, ella misma hubiera quitado la
sábana, pues fácil era comprender que para Gregorio el aislarse no constituía
ningún placer. Mas dejó la sábana tal como estaba, e incluso Gregorio, al
levantar sigilosamente con la cabeza una punta de ésta, para ver cómo la
hermana acogía la nueva disposición, creyó adivinar en ella una mirada de
gratitud.
FRANZ KAFKA, nació el 3 de julio de 1883, en Praga.
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