Siddharta explicó:
-Venerable, he admirado sobre
todo una cosa en tu doctrina. Todo en ella está perfectamente claro y
comprobado; muestras el mundo como una cadena perfecta que nunca se interrumpe,
como una eterna cadena hecha de causas y efectos. Jamás se había visto eso con
tanta claridad, nunca había sido demostrado tan indiscutiblemente; en verdad,
el corazón del brahmán palpita con más fuerza cuando ve el mundo a través de tu
doctrina, como perfecta relación, ininterrumpida, lúcida como un cristal,
independiente de la casualidad, libre de los dioses. Queda en tela de juicio si
el mundo es bueno o malo, si la vida en él es sufrimiento o alegría; quizá sea
porque ello no es esencial. Pero la unidad del mundo, la relación entre todo lo
que sucede, el enlace de todo lo grande y lo pequeño por la misma corriente, por
la misma ley de las causas del nacer y morir, todo eso brilla con luz propia en
tu majestuosa doctrina. No obstante, según tu propia teoría, esa unidad y consecuencia
lógica de todas las cosas, a pesar de todo se encuentra cortada en un punto, en
un pequeño vacío donde entra en este mundo de la unidad algo extraño, algo
nuevo, algo que antes no existía, y que no puede ser enseñado ni demostrado:
ésa es tu doctrina de la superación del mundo, de la redención. Pero con este
pequeño vacío, con esa pequeña fisura, la eterna ley uniforme del mundo queda
destruida y anulada otra vez. Perdóname, si pongo tal objeción.
HERMANN HESSE, nació el 2 de julio de 1877, en Alemania
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