sábado, 11 de octubre de 2014

LAS CIEN NIGERIAS



Constituidas por los caprichos de unos políticos que jamás han puesto el pie en el continente, algunas naciones africanas albergan en su seno un maremágnum tal de razas, lenguas, costumbres y religiones, que les resulta imposible convivir en armonía. Al propio tiempo, aquellos que formaron durante cientos de años auténticas comunidades, se ven separados, siendo ahora parte de dos, e incluso tres países distintos.

A nadie puede extrañar que, a la vista de este hecho, África tenga que sufrir hondas transformaciones políticas y las rayas de colores d su mapa oscilen hasta encajar al fin de un modo más natural y lógico en las aspiraciones de sus gentes.

El ejemplo nigeriano constituye probablemente uno de los más representativos. Por las características de su forma de vida y sus razas, habrá de sufrir terribles convulsiones interna antes de llegar a la paz y la serenidad necesarias para su perfecto equilibrio.

Los párrafos anteriores corresponden a mi libro África encadenada, escrito y publicado a mi regreso del continente en 1963. Cuatro años más tarde estallaba en Nigeria la terrible guerra tribal de Biafra. A ésta seguían la “guerra olvidada” del Chad, e inmediatamente las de Sudán y Burundi, efectos, todas, de la misma causa; frutos de idéntico error político.

No me enorgullece haber ejercido de oráculo o pájaro de mal agüero. No tiene mérito, pues resultaba evidente, para quien recorriera Nigeria en 1961, que los odios de razas, las tensiones religiosas y los intereses económicos acabarían por hacer estallar el país.

Nigeria, antigua colonia inglesa, independiente desde el primero de octubre de 1960, alberga entre sus fronteras a la quinta parte de la población total de África, y con sus cincuenta millones de habitantes constituye un país inmenso, complejo y sorprendente.







ALBERTO VÁZQUEZ-FIGUEROA, nace el 11 de octubre de 1936, en Sta. Cruz de Tenerife.
      



 

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